2 de Noviembre. Angel Romano y Alfredo Zibechi, jugadores de la selección uruguaya campeona de los Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1924, levantan en andas al arquero rival. Acaban de salir campeones del Sudamericano con ocho goles a favor y uno en contra, pero ni a ellos ni a ninguno de los presentes parece importarles. Américo Tesoriere está sobre los hombros de los jugadores uruguayos, y como si barrenara una ola, es llevado hasta el palco oficial. José Serrato, presidente de la República Oriental del Uruguay, aplaude de pie junto a sus hijas al arquero argentino.

“Jamás he visto atajar tanto a un arquero”, le dijo el mandatario a Tesoriere. El partido que consagró a los uruguayos terminó empatado sin goles contra la Selección Argentina, el único motivo por el que Uruguay no convirtió goles fue la actuación de Tesoriere.
El de 1924 fue el segundo Sudamericano que terminó con la valla invicta. El anterior, en 1921 en nuestro país, fue el primero que ganó la Selección Argentina. La tarea de Tesoriere para mantener las redes quietas fue fundamental. Argentina ganó los tres partidos (1 a 0 a Brasil, 3 a 0 a Paraguay y 1 a 0 a Uruguay) y Américo fue imbatible. Tres años después, hizo lo mismo en la casa de los recientes campeones olímpicos. La diferencia fue que, esta vez, el campeón fue Uruguay. Casi cien años después, ningún arquero pudo mantener durante dos Sudamericanos (hoy Copa América) el arco en cero.
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99 años de esta escena histórica del fútbol sudamericano que forma parte de la nota “Américo Tesoriere, el hombre que fue barrio” de Juan Stanisci. La pueden leer completa en el link de acá abajo.