El Turismo Carretera tiene personajes entrañables y uno de ellos es José Ciantini, ex piloto que corrió en la categoría en los últimos tiempos de la ruta y hace 30 años vivió esa transición histórica hacia los autódromos. El de Balcarce es uno de los más queridos por sus sacrificios para poder competir e hizo una costumbre levantarse a las cuatro de madrugada para producir y luego vender papas en su empresa familiar. Nunca dejó esa profesión más allá de haber tenido una buena cantidad de sponsors en la primera década de 2000.
Hoy el legado continúa con su hijo Diego, quien corre en la popular categoría y este año logró su primer triunfo en Toay, La Pampa. El Bochita corre con el Chevrolet del equipo JP Carrera, que este año era destinado a Agustín Canapino, pero lo heredó ante la partida del Titán de Arrecifes a la IndyCar.
“El Turismo Carretera es la categoría emblema del automovilismo argentino. Es la única que tiene la tradición que va pasando de generación en generación y tiene esa cuestión inexplicable del amor de la gente por las marcas. Sin dudas forma parte de uno de los deportes más grandes de la Argentina”, le afirma el Bocha a Infobae en la fecha disputada en el Autódromo de la Ciudad de Buenos Aires Oscar y Juan Gálvez.
Luego de cuatro temporadas en la Fórmula Renault, debutó en el TC con 23 años en 1993. Todo a la vieja usanza, gracias a su trabajo, comercialización de las papas y el apoyo de Balcarce, la tierra de Juan Manuel Fangio. En sus inicios se midió con históricos como Emilio Satriano, Oscar Aventin, Jorge Oyhanart y en su segunda temporada se probó con Juan María Traverso, quien retornó de forma permanente.
“Cuando nosotros empezamos, había una diferencia con los pilotos más experimentados”, recuerda y compara las herramientas que tienen en la actualidad los corredores más jóvenes: “Hoy los chicos tienen acceso a todo porque el sistema que ha hecho el TC logró que sea más accesible contar con un buen auto. Hoy muchos equipos pueden tener un buen resultado y hay mucha información. En ese momento no había cámaras a bordo ni adquisición de datos. Todo lo que hoy facilita esa información acorta los procesos y hace que los chicos puedan competir con los grandes de forma más fácil”.
“Viví la última etapa de la ruta, cuando empezó a tener mucha convivencia con los autódromos. También estuve en la transición de los viejos autos de TC con barra de torsión y elásticos a estos coches que se parecen más a autos de Fórmula con estructuras tubulares, con suspensiones independientes y ha venido una transformación. Ahora están por dar ese último golpe de evolución cambiando las carrocerías rumbo a una modernización que tiene el automovilismo argentino”, comenta.
Sobre los nuevos autos que se vienen, cuenta que “me gustan mucho los coches actuales, pero cuando hablo con mi hijo menor, que tiene 16 años, él lo entiende como algo muy necesario. Esto tiene que seguir”.
Hoy el Bocha sigue con la empresa familiar de papas. “También tenemos una fábrica de papas por un lado y su comercialización al igual que papas congeladas en Balcarce. En el momento que empecé a correr traté de dedicarme solo al automovilismo, pero me fui metiendo en la empresa familiar y es un medio o el sustento que me ayudó en mi campaña deportiva”, cuenta. En su momento los Ciantini produjeron y vendieron en el Mercado Central y José arrancaba por la madrugada. Los domingos después de una carrera se iba de los circuitos y ya comenzaba con la logística con las papas. “Eso lo arranqué en 2001 y empezábamos a las cuatro de mañana hasta el mediodía. Los días fuertes de ventas siguen siendo los lunes, miércoles y viernes”, explica. Sobre la crisis de aquel año en el país aclara que pese a las vicisitudes “el tema del valor de la papa no tiene que ver con las crisis porque es la oferta y demanda, y en los momentos de mucha producción la papa no vale nada, y en los momentos de escasez levanta su precio independientemente de la inflación”. Relata que “los domingos terminaba las carreras y me iba para el Mercado Central, que es un mundo aparte con 20 mil personas que trabajan a diario. Lo hice 20 años”.

En esa época vivió sus mejores años en la categoría. Entre 2005 y 2006 logró sus tres victorias con el Dodge atendido por el equipo de Rodolfo Di Meglio. Su primera triunfo fue en el Autódromo de Buenos Aires Oscar y Juan Gálvez el domingo el 1 de mayo de 2005, cuando cortó una sequía de 17 años sin éxitos para la marca de la Penta Estrella en el Coliseo porteño. Repitió dos meses más tarde y al año siguiente se impuso en Río Cuarto. “Desde que empecé en el TC alterné buenas y malas y esos años fueron mi mejor etapa. Al mismo tiempo seguía a cargo de la empresa. Si bien tenía una estructura y gente, siempre estuve al pie del cañón. Hoy continúo y me acompañan mis hijos, Diego (25), Valentina (19) y en un futuro se integrará Enzo (16)”, relata.
Pero también es un ejemplo de lucha abajo del auto de carrera. Vivió un hecho que lo marcó para siempre en su vida ya que le diagnosticaron cáncer de páncreas. Abordó el tema con entereza y se animó a hacerlo público en sus redes sociales. Fue contando cómo avanzó con el tratamiento. “Como mi tumor se convirtió en neuroendocrino, eso cambió el panorama porque me dio la alternativa de operarme y erradicar todo”, le afirma a este medio. Si bien se entregó a la medicina convencional y agradece la labor de su oncólogo y los cirujanos, algo clave en su recuperación fueron las terapias alternativas como “reiki, la biodecodificación y hasta dietas alcalinas”. Mientras tanto subraya “el apoyo de mi familia, que fue el sostén de todo este proceso, como siempre”. A fines de julio, José informó que había dejado atrás su enfermedad.

Pero no solo los autos de carrera son sus pasiones. También es fanático de River Plate y su ídolo máximo es Ramón Ismael Medina Bello y hoy son amigos. “Gracias a Dios tuve la posibilidad de tener mucha vinculación con mucha gente del club de diferentes épocas. En mi juventud mi ídolo era el Mencho con el cual tengo una gran amistad. También con Leo Ponzio, quien me dio la oportunidad de jugar en su despedida. Es una pasión muy grande”, cuenta.
Sobre el entrenador Martín Demichelis indica que “ha venido con una formación alemana. La dirigencia de River ha crecido mucho y es una institución ordenada. En ese punto es más fácil. Los resultados han acompañado logrando un título, más allá de la eliminación, de alguna manera temprana, de la Copa Libertadores. Creo que con algunos retoques tenemos un equipo muy competitivo”.
Ciantini, que entre 1993 y 2012 corrió 260 carreras en el TC, argumenta por qué cuesta tanto ganar en la categoría y sostiene que “es una muy competitiva, con 50 autos que están muy cerca en los tiempos. También por el nivel de los equipos y porque están los mejores pilotos del país”. A sus tres victorias en finales se suman 19 festejos en series, 15 podios, 10 poles positions y 2 récords de vuelta. Sus mejores campeonatos fueron en 1996 y 2005, cuando finalizó en el octavo puesto (estadísticas de SóloTC)
El domingo 17 de septiembre el TC corrió su undécima fecha en San Luis, que también marcó el arranque de la Copa de Oro, se trata del mini torneo final de cinco carreras que definirá al campeón. Julián Santero fue el vencedor con su Ford y es segundo en el certamen detrás de Mariano Werner (Ford). Allí, en los boxes del Autódromo Rosendo Hernández, uno de los más concurridos fue el de Diego Ciantini ya que todos pasaron a saludar al querido Bocha un auténtico campeón de la vida.
