Brillaba en el fútbol, con la N° 10 en el Key Biscayne Soccer Club. Era el capitán, se destacaba por su tranco incontenible, favorecido por sus 185 centímetros de altura. Y por su pegada, que se puede apreciar en los videos. Incluso llegó a jugar en los entrenamientos con Benjamín Cremaschi, otro deportista con fuertes lazos con Argentina, hoy socio de Lionel Messi en el Inter Miami.
Descollaba en el rugby. No casualmente actuaba de apertura, el dorsal 10 perseguía su destreza. “Fui capitán, corría mucho”, resalta. Sus cualidades lo llevaron de gira por todo Estados Unidos, también viajó a Bahamas.
Pero desde los 6 años Valentino Agnelli anhelaba ser triatleta, inspirado en su papá. Y, empujado por su juventud, podía pasarse el fin de semana completo haciendo deporte, sin temor al desgaste. “Podía correr un triatlón a la mañana y jugar dos partidos a la tarde”, se ufana, hasta que llegó el click: “Tenía 13 años y gané sin entrenar un triatlón en el que podían competir chicos de hasta 15″.
Hoy, a los 20 años, es una de las promesas del triatlón en el país, con el anhelo de llegar a clasificarse a los Juegos Olímpicos de 2028. La particularidad es que, a pesar de residir desde pequeño en Miami, cuando cumplió la mayoría de edad optó por lucir los colores celeste y blanco. “Fue en mi último año de junior, en 2021. Como profesional quería competir para Argentina″, evoca en diálogo con Infobae desde Colorado, Estados Unidos, donde se entrena aprovechando la exigencia que propone la altura.
“Me crié arriba de la bici. Y después, con seis o siete años, empecé a acompañar a mi papá a los triatlones”, ofrece el germen de su fervor. Luego, su pasión por los deportes hizo el resto. Dicho quedó, a los 13 se terminó decidiendo, pero fue a los 9 cuando combinó por primera vez la natación, el ciclismo y la competencia pedrestre en una puja con chicos de su misma edad.
La precocidad en los deportes se transformó en algo natural en su historia. “Siempre jugaba con chicos más grandes”, apunta sobre su paso por el fútbol. En Key Biscayne Soccer Club llegó a compartir prácticas con Roc Bancells (otro juvenil de proyección que hoy está en España) y Benjamín Cremaschi, con quien coincidió en su capacidad para brillar en más de una disciplina (hijo de Pablo Cremaschi, ex Puma, también se lució en el rugby). “Benja es dos o tres años menor, es amigo de mi hermano, un crack en todo. Ya en esa época se veía que hacía todo bien”, martilla sobre el joven que pasó por las juveniles de Argentina y en la última fecha FIFA debutó para Estados Unidos.
Hoy sus días no pasan ni por la redonda ni por la ovalada. Sus semanas reúnen entre 25 y 30 horas de natación, 700 kilómetros sobre la bicicleta, y entre 50 y 70 kilómetros corriendo, más las sesiones de gimnasio. Un agenda a todas luces agotadora. A la vez, la suya es una disciplina cara, “sobre todo el tema de los viajes”.
Pero nada lo corre de su sueño de seguir creciendo y llegar a ser uno de los 50 clasificados para los Juegos de 2028 en los que, de alguna manera, también será local. “Soy el más joven de los argentinos que mejor posicionados estamos, tengo que seguir sumando puntos en cada carrera para conseguir el objetivo de representar a Argentina en una cita olímpica. Me tira el corazón”.
Mientras, su entusiasmo y entrega fueron tan contagiosos que su mamá, Analía, también empezó a competir de manera amateur. “Se motivó”, relativiza su poder de transmisión. Ella sí percibe en vivo y en directo el furor que provocó el desembarco de Messi en el Inter Miami: además de residir en la Florida, tiene un restaurant, Amalia, al que suelen concurrir futbolistas, como el Kun Agüero o Maxi Rodríguez.
Valentino, hoy algo alejado del fútbol, todavía no viajó para vibrar en vivo y en directo con Las Garzas del campeón mundial y de Cremaschi, su ex colega en Key Biscayne SC hasta que bifurcaron sus caminos. Aunque a juzgar por su evolución en el triatlón, no eligió nada mal…