Carrilero zurdo de zancada larga y mucho gol, su estilo de juego dejó una marca en el fútbol argentino de los 90, a tal punto que su apellido se utilizó como sinónimo de esa función. Se probó en Newell’s pero no toleró la exigencia del técnico de la Cuarta especial de apellido Bielsa, salió campeón de la Supercopa con Boca, para luego pegar el portazo y cruzarse a la vereda de enfrente, donde fue un valor determinante en los siete títulos que consiguió durante sus tres ciclos en el club. Disputó el Mundial de Francia 98, incluso pateó un penal en la definición contra Inglaterra. Por su autenticidad y frontalidad, tuvo roces con más de un entrenador y con la prensa. A un periodista hasta le tiró un cajón de manzanas para que no se apoyara en su auto. Desde que se retiró en 2002, se instaló en Villa Constitución, su ciudad, y se desligó del fútbol, aunque lo vive intensamente y tiene el deseo de volver. Fue tan grande el desgaste que sufrió en sus rodillas, que hace 15 años no toca una pelota y hasta le cuesta trotar.
Las 100 preguntas en esta ocasión las contesta la Bruja Sergio Ángel Berti. Y lo hace sin filtro, como en sus tiempos de futbolista.
1. –¿Quién es Sergio Ángel Berti?
–Fundamentalmente creo que soy una persona sincera, honesta, que siempre he ido con la verdad, a pesar de que esa verdad me ha generado más de un problema. Tengo la tranquilidad de que en la vida siempre me manejé de frente, porque son los valores que me inculcaron. Creo ser también buen hijo, buen padre y buen esposo.
2. –¿Y como jugador?
–No fui un jugador sobresaliente, aunque he marcado un puesto en la cancha al cual se me asocia. Fundamentalmente era un jugador de mucho ritmo y desequilibrio en velocidad, creo que supe utilizar la inteligencia y sabía tirar una pared y buscar el vacío, porque no era gambeteador. Zurdo, de gran zancada y con llegada. Si analizás la función que cumplía y mis números, tengo un buen promedio de gol.
3. –¿Tenés algo de ángel?
–Sí, a mis dos abuelos, que se llamaban Ángel (risas), y por eso me lo pusieron de nombre a mí. Igual, no me considero una persona con maldad, podría tener tranquilamente el aura de ángel.
4. –¿Apodo de pibe?
–Acá, en Villa Constitución, me decían Marilin, porque cuando empecé a jugar había salido la película La Raulito, con Marilina Ross, y mi corte de pelo se parecía al de ella. Si hoy alguno me dice Marilin, es porque me conoce de chiquito.
5. –¿Quién te puso Bruja y por qué?
–Fue el Tolo (Gallego), en la época en que tenía el pelo largo y nos entrenábamos con mucho frío a la mañana en Villa Martelli. Usábamos gorros de lana y entonces salía el pelo por abajo y la nariz sobresalía bastante (risas), y el Tolo, que era ayudante de Daniel (Passarella) arrancó con lo de “bruja” y quedó. No me molesta para nada, de hecho lo uso en alguna red social sin problema.
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6. –Lindo lugar el cuartel de Villa Martelli para entrenar, ¿no?
–Ufff, ¡qué lugar feo por Dios! ¡Cómo cambió todo eso! Fíjate los predios que tienen hoy los clubes, se ha europeizado todo. En nuestra época no había ciudades deportivas, entrenábamos en un cuartel militar, y después en el Círculo Policial, que tenía una sola cancha y no estaba bien. A veces practicábamos en la auxiliar de River, que era de tierra, y tomábamos agua del bidón de cinco litros, que nos íbamos pasando. Agua de la canilla, obvio, no tenías la botellita individual ni la bebida hidratante, nada.
7. –Ordená por importancia las Brujas del fútbol argentino: Juan Ramón Verón, Juan Sebastián Verón, Raúl Oscar Belén y Sergio Ángel Berti.
–Noooo, no me pongo a la altura de ellos, aunque al padre de Sebastián y a Belén no los vi jugar. Poneme cuarto. Sebastián fue un jugador extraordinario, dejó su marca en todo lo que hizo en su carrera.
8. –¿Sufriste privaciones de chico?
–No sobraba ni faltaba nada. Mi viejo era empleado metalúrgico en Metcon, Metalúrgica Constitución, y mi vieja, ama de casa. Yo soy el mayor de cuatro hermanos, el único varón, una familia de clase trabajadora.
9. –¿Laburaste de algo antes de ser futbolista?
–Al lado de casa había un taller de fundición y, cuando volvía del colegio, me cruzaba a cebarles mates a mis amigos, a mirar un poco, y como había bastante trabajo, el dueño me propuso trabajar y ahí arranqué primero limpiando y acomodando cosas y después ya en la fundición: moldeaba y preparaba la colada para armar las piezas. Aprendí mucho. Lo habré hecho entre los 14 y los 17 años, hasta tengo mi carnet de la UOM (Unión Obrera Metalúrgica). En un momento trabajaba de 6 a 3 de la tarde, me iba a entrenar al Club Atlético Empalme y de ahí al colegio a la noche, hasta que no me dio más el cuero y le dije a mi viejo que no trabajaba más y que me iba a dedicar a jugar al fútbol y me fui a Rosario.
10. –¿De qué equipo eras hincha de chico?
–De Rosario Central, pero tampoco era fanático. Como dice un amigo: “Hincha es el que va a la cancha, los otros somos simpatizantes”. Y en el caso de los futbolistas, cuando empezás a jugar profesionalmente, te hacés del equipo donde jugás. O del que te termina dando más cosas, como me pasó a mí con River. De hecho, yo terminé yendo a jugar a Newell’s, aunque duré sólo tres meses. Me habían visto en un amistoso con la selección de la liga regional del sud contra la liga rosarina, anduve bárbaro y me llamaron de Newell’s.
11. –¿Se pierde totalmente ese hinchismo cuando sos jugador?
–En la mayoría de los casos te diría que sí. El hincha por ahí no entiende que es un trabajo, que uno soñó con jugar al fútbol y si se da la posibilidad de jugar en el eterno rival, jugás. Conozco un amigo de un amigo que es hincha fanático de Central y lo fueron a buscar de Newell’s, no quiso ir y terminó desaprovechando sus condiciones. Rosario es muy especial, y son casos aislados. Los que me parece que no pierden el hinchismo son los periodistas, se nota demasiado el fanatismo en algunos casos, y hasta alguno sin querer mete la pata y dicen “a nosotros nos pasó tal cosa” (risas)…
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12. –¿Por qué duraste solo tres meses en Newell’s?
–Porque no aguanté. Viajaba todos los días desde Villa Constitución al predio de Bella Vista, donde había que estar a las 7 de la mañana. Caí en la famosa Cuarta especial, donde estaban Berizzo, Franco, Lunari… Había un tipo que iba y venía con estacas, en el medio del campo, y encima después del entrenamiento tenías una tabla con 40 ejercicios de flexibilidad, todo con dibujitos. Te sentabas, te agarrabas el pie y te tenías que tocar el talón con la boca, era una hora y media más. Yo salía a las 5 de la mañana y volvía a casa a las 3 de la tarde, entonces no aguanté y pegué la vuelta, no fui más. Un día vinieron Griffa y Mastrantonio a buscarme a casa: hablaron con mi viejo, intentaron convencernos, me dijeron que me iban a poner en la Primera local, pero yo ya estaba encaprichado en no ir más. No estaba acostumbrado a ese nivel de exigencia, no quería saber nada. Con el tiempo me arrepentí y lo lamenté mucho.
13. –El tipo de las estacas era Marcelo Bielsa, ¿no?
–Exacto. Siempre les cuento a mis hijos: mirá lo importante que era esa tabla de flexibilidad que hoy me cuesta agacharme y no puedo tocarme la espalda con las manos, mientras Bielsa mira todos los partidos en cuclillas, al costado del banco (risas).
14. –¿Te cruzaste después a Bielsa alguna vez?
–No, nunca. Sí le escribí un mail hace algunos años, cuando lo echaron del Lille, en un momento donde no la estaba pasando bien, para pedirle disculpas por no haberlo entendido en su momento. Que había lamentado, con el correr del tiempo, no aprender todo lo que él enseñaba. Me respondió con un muy lindo mensaje, al estilo Bielsa. Por más críticas que reciba de ciertos sectores, para mí es el mejor técnico que ha dado el fútbol argentino.
15. –¿Por qué?
–Porque no se trata sólo de ganar, que igual ha ganado, sino de lo que enseñás y das. No es casualidad que donde va, Bielsa deja su marca, que hace escuela, que sus dirigidos guardan los mejores recuerdos, que haya una calle en Leeds con su nombre, los valores que transmite. ¡Cómo puede ser que el tipo se fue con su equipo peleando el descenso y la gente no quería que se fuera y pidiera por él!
16. –¿En el fútbol te destacaste desde tus comienzos?
–Empecé en el baby de Club Atlético Empalme con 6 años, y como no existía mi categoría, terminé jugando con chicos tres años más grande, entre ellos Abel Balbo. Yo era muy habilidoso de chico, flaquito, ya después en mi categoría era medio líder, éramos 7 y salía jugando desde el fondo. Después, en cancha de 11, siempre fui enganche. Debuté en la Primera de Atlético Empalme a los 15 años en un clásico con Empalme Central, semifinales de liga. Entré en el segundo tiempo, metí el gol y ganamos 1-0, todo redondo. Ahí enfrentaba a rivales de treinta y cuarenta años, yo era un pibe.
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17. –¿Cómo llegaste a Boca?
–Antes de Boca me probé en otros clubes. Fuimos en un tour por Buenos Aires con Néstor “Pucho” Acosta, que fue el maestro más grande que tuvo la zona y que nos ha enseñado muchísimo a todos. Era el Bielsa del pueblo. Nos llevó a 3 o 4 chicos a probar. Recuerdo que fuimos en tren y paramos en un hotel en puente Pacífico. Pucho se levantaba e iba a comprar un kilo de naranjas, las exprimía y ese era el desayuno. Nada de remise, ni hotel pago, había que pelearla, creo que nos quedamos dos noches. Hicimos una prueba en Vélez, me vio Hugo Tocalli, le gusté pero no tenían pensión para darme. Y después fuimos a Independiente y me tocó enfrentar a Islas, Clausen, Villaverde, Trossero, Giusti, Marangoni, Bochini, Percudani y no me podían parar. Yo era muy rápido. Pegué dos tiros en los palos, mostré personalidad, me tiraban patadas y no me agarraban, y quedé. Justo a los pocos días Pastoriza firmó para Boca y dijo: “A este pibe no lo vamos a dejar acá, lo llevamos”. Y fui a Boca. Con Tocalli me quedó una linda anécdota.
18. –Contala.
–Practicando con la selección de Passarella, un día me cruzo con Hugo en el predio de AFA y me dice: “¿Cómo estás, Sergio? Me acuerdo cuando fue a Vélez y no se pudo quedar porque no teníamos pensión”. No lo podía creer, ¿cómo podía ser que este tipo se acordara de mí, si me había visto una sola vez en su vida?
19. –¿Con qué compañeros arrancaste en Boca?
–Fui directamente a la Reserva, la dirigía el Conejo Tarabini, estaban Soñora, Tilger, Latorre, Are, Pico… Vivía en La Candela, y para hablar por teléfono tenía que ir al centro de Morón, las cosas costaban mucho más que ahora. Y venía para mi ciudad una vez por mes. Pero era lo que había y me adapté rápido, porque yo quería jugar al fútbol. Pastoriza me hizo debutar en Córdoba, al año de llegar, siempre de enganche. Y después Aimar me fue dando minutos, de hecho entré en ambas semifinales y en ambas finales de la Supercopa que Boca ganó en la cancha de Independiente. Sentía que se empezaban a cumplir los objetivos que me había propuesto.
20. –¿Por qué te fuiste de Boca? En Wikipedia dice “por problemas contractuales y por mala relación con sus compañeros”.
–Hubo un problema en la pretemporada en Córdoba, y yo nunca fui de guardarme las cosas. No me gustaron algunas actitudes del cuerpo técnico de Aimar, y al final se volvieron 27 en avión y a otros tres nos tocó en micro, y no me parecía bien, por eso cuando llegué a Buenos Aires llamé al técnico de la Reserva y le dije que me iba. Aunque tuviera 18 años, sentía que merecía el mismo trato y respeto que Marangoni, por más figura que fuera. Igual, te aclaro, Aimar me parece una gran persona y no tengo problemas, pero en ese momento no me gustó lo que viví y me fui.
21. –¿Boca te dio el pase así nomás?
–No fue tan sencillo. Tuve la suerte de que el Flaco Menotti me había visto jugar en un partido de Reserva y un día, caminando por la playa, se cruzó con Gustavo Mascardi, que recién empezaba como empresario. “Usted que quiere incursionar en el fútbol, ¿por qué no compra a este pibe Berti, que es muy bueno y tiene problemas en Boca?”. El Flaco también le habló bien de mí a Passarella, y a los pocos días fuimos a hablar con Heller al Credicoop y Mascardi puso los 60 mil dólares y compró mi pase. Lo único que preguntó Heller es si detrás de esto estaba Ricardo Cosentino, que era amigo de Passarella. Yo le contesté que no sabía.
22. –Estaba.
–Sí, estaba, aunque en ese momento no sabía demasiado. El primer encuentro con Daniel fue en Jonatan, la confitería que está en la plazoleta de Quinteros, a tres cuadras del Monumental. Yo estaba con mis zapatillas de lona, camperita de jean, el pelo largo, era un pibe, estaba muy nervioso, sentadito adentro. Y de golpe cayó Daniel con su nave, la dejó en la puerta, bajó con su perfume francés y traje italiano, y en ese momento no sabía si tirarme debajo de la mesa o salir corriendo. Venía el primer capitán de la selección en levantar la Copa del mundo. Dudé unos segundos. Se presentó y lo primero que me dijo fue si me animaba a jugar en River. “¿Cuándo empiezo?”, le contesté. “Mañana a las 9″, me dijo. Era marzo del 90, ya había arrancado el campeonato, así que no podía jugar oficialmente, pero empecé a entrenarme con la primera.
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23. –¿O sea que no fue un trueque Berti por Batistuta?
–Para nada, si entrené tres meses con Batistuta en River. Él se fue en junio del 90. Me costó al principio, a mí casi ni me conocían, me cambiaba aparte, no en el mismo vestuario, por ahí venían Leo (Astrada), que tenía mi edad, o Borrelli, o el Galleguito Vázquez, y me saludaban y me preguntaban qué hacía ahí. Después fui jugando los amistosos, tenía la suerte de convertir seguido, me sumé al vestuario con todos y ya en la pretemporada de junio estaba incorporado al plantel profesional como uno más.
24. –¿Sentís que la gente te miró con desconfianza por venir de Boca?
–No era fácil en ese momento cruzar de un lado a otro, me costó un poco entrar en la gente. El primer partido que jugué con la Reserva en el Monumental escuché el murmullo, incluso la gente cantó que habían echado al Negro Enrique para traer a un bostero.
25. –Tuviste la suerte de meter un gol en tu debut, encima por Copa Libertadores.
–Sí, contra Defensor Sporting, en el Centenario, ida de octavos de final. Un gol de rebote. Tenía la virtud de estar en los rebotes, fue uno de los consejos que me había dado Daniel. Me decía: “Vos ponete en el segundo palo, que la pelota cae casi siempre por ahí, porque alguno la peina, o la desvía, o la rechaza”. Y así metí varios goles enganchando rebotes. Hoy, cuando vemos partidos con mis hijos, se lo remarco, cuando se da un gol así: “¡Ves dónde estaba!”. Ese día tapó el arquero y me quedó el rebote para empujarla. Fue un buen comienzo, ganamos 2-1, pero en la revancha, en el Monumental, fui un desastre, por suerte pasamos.
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26. – Esa Copa la terminaron perdiendo en semifinales con el Barcelona, en Ecuador, en un partido escandaloso.
–Tremendo. Ganamos 1-0 acá, perdimos 1-0 allá, fuimos a los penales, el Polillita Da Silva metió el último: la pelota había pegado en el travesaño y picó adentro, pero el arquero salió corriendo a festejar, invadieron la cancha y en esa época no había VAR ni nada, entonces ahí mismo el partido se terminó, pero recuerdo haber visto cómo el disparo del Polillita picó adentro. Ese día nos habían llenado de sal y grasa el vestuario, estaba todo sucio, el micro no se metió hasta el vestuario, así que tuvimos que bajar caminando y nos tiraron de todo, y un jugador de ellos tenía un sacacorchos escondido en el pantalón y pinchó a varios compañeros. Así era la Copa antes, era muy jodido ir a jugar a Paraguay, Colombia, Ecuador, ahora cambió todo.
27. –”El pibe juega bien, téngale fe, pero le advierto algo: es loco y no lo va a poder cambiar”.
–Seeee (risas), se lo dijo mi viejo a Mascardi, al poco tiempo de comprar mi pase, después de un partido de River y que fuimos a comer a la costanera. No sé si ser loco es ser impulsivo, temperamental, creo que iba más por ahí, a lo mejor no podía controlar ese impulso, me calentaba muy seguido.
28. –¿Seguís siendo loco o ya te calmaste?
–Nah, tranquilo, ya se miran las cosas de otra manera. Intento no tener esas reacciones: antes me encerraban con el auto y por ahí me bajaba, ahora ya no me caliento más por esas cosas.
29. –El patadón a Cabañas con la correspondiente expulsión, en el 2-2 con Boca del 92, es un ejemplo de tus reacciones impulsivas.
–Y… sí, me saltó la térmica. Quise hacer justicia por mí mismo, por lo que no me había cobrado Loustau: me habían pegado dos patadas en el piso, dejó que siguiera la jugada, y entonces me levanté y le metí el patadón a Cabañas. Cuando salía, todos los hinchas de River me aplaudían (risas), pasa que fue en el último minuto, terminamos 2-2. Yo tenía ese problema: no medía, no sabía controlarme, no era Simeone. El Cholo era un genio para jugar al límite: pegaba, metía, lo amonestaban y sabía jugar con la amarilla a cuestas. No era impulsivo, era muy cerebral, muy inteligente para jugar. El Cholo te contagiaba sus ganas y conocía muy bien los tiempos del futbol, los manejaba a la perfección.
El patadón a Cabañas
30. –Gallardo también sufrió muchas expulsiones. Parece que los habilidosos, los creativos, no saben marcar muy bien, o reaccionan.
–Hace unos meses, después de la expulsión de Peña Biafore en Talleres-River, en un programa pasaron partidos con expulsiones antes de los 10 minutos. Y de cinco partidos, en dos estaba yo, ja, ja, mis hijos me decían “no podés estar en dos, sos el menos indicado para decirnos algo”. Un día fuimos a jugar a Rosario, y cuando entrábamos con el micro, venía el micro con los jugadores de Central cantando y haciéndonos gestos. Entré, y a los 5 minutos le metí un planchazo a Lussenhoff que no tenía nada que ver, y me echaron. Después Daniel me castigaba y no me ponía. Otra insólita fue en la final de la Supercopa 97 contra el San Pablo en Brasil: metí un planchazo en el primer tiempo en una pelota dividida y me expulsaron. Una locura total. Por suerte, aguantamos el 0-0 y después ganamos 2-1 en el Monumental y di la vuelta olímpica en jeans. Si perdíamos la final por culpa mía, me tenían que echar el país.
31. –En el superclásico del 3-3, ¿se te cruzó que lo podían levantar?
32. –El super siguió un día después, cuando declaraste que Latorre sólo festejaba cumpleaños.
–Justo había nacido mi hijo Gianfranco, llegué de la clínica a casa, prendí la tele y en “El Equipo de Primera”, Diego (Latorre) decía que no entendía por qué River festejaba el empate. Estaban Gancedo y Villalba, y no le contestaban, entonces me calenté, pedí a un amigo el teléfono de la producción, pero faltaban unos minutos para el final. “Mirá, si te parece venís la semana que viene, porque ya termina el programa”, me dijeron. “No, es ahora o nunca”, les contesté. Se ve que Niembro me escuchaba por la cucaracha y dijo de sacarme, entonces declaré que nosotros éramos los campeones y que Boca no nos pudo ganar a pesar de los tres goles de ventaja, y me salió esa frase de los cumpleaños. Enseguida me explotaba el teléfono de mi casa y también el celular. Incluso algún jugador de Boca me llamó para felicitarme (risas).
33. –¿Quién?
–No te voy a decir, alguno que había compartido equipo conmigo (risas). Al otro día, fui a la clínica a ver a mi señora, que había tenido cesárea, y ahí me dijo que Maradona había llamado a la habitación, que ella no había podido atender, pero que me estaba buscando. No sé si fue Diego o no, porque hubiera conseguido mi celular, pero igual yo averigüé un teléfono de él, llamé, no me atendieron y le dejé un mensaje: le dije que le devolvía el llamado y que estaba a disposición por si quería hablar conmigo. Después, respecto a Latorre, todo bien con Diego. Nos vimos jugando en México y sin problema. Me parece buena gente y de los mejores comentaristas de la tele.
34. –En el clásico siguiente, también en el 97, volviste a meter un gol y perdieron. Fue el último partido de Maradona.
–Metí el gol en el mismo arco, también al final del primer tiempo, y nos pusimos 1-0. Diego (Maradona) salió en el entretiempo, entró Riquelme y lo dieron vuelta. Fue la única vez que el palo le hizo un gol a Astrada (risas), porque Leo marcaba al palo, se quedó ahí agarrándolo. Hay un dato curioso: yo jugué en los últimos partidos de los dos capitanes que nos dieron una Copa del mundo. También estuve cuando Daniel jugó su último partido, yo con la camiseta de Boca, en aquella final de la Liguilla en la cancha de Vélez.
35. –En tu época, por lo general River jugaba mejor que Boca, pero Boca terminaba ganando los clásicos.
–Es cierto, dominábamos en el juego y casi siempre nos embocaban con un gol de esos imposibles. Muchos partidos fueron así, pero lo bueno es que al final nosotros salíamos campeones.
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36. –¿Qué les pasó en la final intercontinental contra la Juventus, que los pasaron por arriba?
–Los tipos eran verdaderos atletas, después se supo que tenían nafta con mayor octanaje (risas). Había muchas diferencias en la preparación, ahora cambió eso, por suerte. En nuestra época, en la pretemporada, salías a la ruta a correr 10 o 15 kilómetros y parecía que ibas a estar mejor por eso. En Europa estaban adelantados en ese sentido. En mi caso, si hubiera entrenado de otra manera, creo que habría sido otro jugador, con otras posibilidades. Hoy podés jugar hasta los 37 o 38 años y nosotros llegábamos a los 32 o 33 y ya no podíamos más. Del entrenamiento nos íbamos a comer panchos a Pancho 46 y hoy se quedan a almorzar en el club con toda una dieta balanceada.
37. –¿Todavía te lamentás de que te hayan anulado mal el mejor gol que metiste en tu carrera?
–Insólito, ¡estaba habilitado tres metros, no diez centímetros! Fue una asistencia de Marcelo (Gallardo), que siempre metía unas pelotas espectaculares, y la clavé de chilena, en cancha de Español. Fue el mejor gol de mi carrera, sin dudas, yo lo tengo como válido, por más que Hay lo haya anulado, a instancias del línea. Eso es lo que siempre me dio bronca en el fútbol: el árbitro tiene defensa en la tarjeta, y te la saca, pero a los errores que cometen ellos no se los juzga.
Gol de chilena anulado
38. –A partir de ahí, Hay te tenía alquilado.
–Pero Hay era un hijo de… Las otras expulsiones te las reconozco todas, pero con Hay, no, el tipo entraba y decía “a este muchacho lo voy a echar”. Un día, en cancha de Lanús, arrancó así, estaba por patear un tiro libre y me echó sin que pasara nada. Mirá, si hubiera tenido 4 o 5 años más, y estaba en el final de mi carrera, ese día era para cagarlo a trompadas ahí mismo en el centro de la cancha y que después me dieran 20 fechas. Pero al menos me sacaba las ganas antes de retirarme. En un partido de selección entró al vestuario con Grondona, porque era medio alcahuete de Grondona, quiso saludar y no le di bola.
39. –Tu último gol en River fue contra Palmeiras en la semi del 99.
–Sí, de derecha, después de mil rebotes, y cuando fuimos allá, nos perdimos un par de goles y nos terminaron goleando 3-0. Creo que ese River mereció haber ganado alguna Copa más. Era un gran equipo y en cierto momento no ligó, una lástima.
40. –¿Tu mejor partido en River?
–Uno muy bueno fue contra Mandiyú, a comienzos del 94, un triunfo clave para terminar ganando ese Apertura del 93 que se definió a comienzos del 94. Ganamos 5-3 y metí dos goles, uno arrancando de mitad de cancha y terminé definiendo de zurda, arriba, en el primer palo.
Gol a Mandiyú
41. –¿Por qué tantas idas y vueltas a River en tu carrera?
–La primera vez que me fui, en el 92, era una época difícil para ir a jugar a Europa. Fui a la liga más importante de entonces, la italiana, pero podía haber cinco extranjeros por plantel y sólo tres firmaban planilla. Yo fui como quinto extranjero, era joven, y por eso no jugué casi nada. Tal vez debería haber esperado uno o dos años más y hubiera tenido otras posibilidades. Como tenía ganas de jugar y no perderme la chance de la selección, en el 93 volví a River. Me fue bien, y en el 95 me contrató Zaragoza, pero a los pocos partidos me peleé con Víctor Fernández, el entrenador, y no jugué más. Entonces en el 96 volví a River nuevamente, hasta el 99.
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42. –¿Por qué te peleaste con Fernández?
–Zaragoza es una ciudad chica, están los periodistas amigos, y declaró que la culpa de que el equipo no funcionara bien era de los nuevos que no se habían adaptado. Me agarró tremenda calentura y lo fui a buscar al vestuario, le gritaba “vení a decírmelo en la cara”. Me paró el director deportivo, y no jugué nunca más. Después, con el tiempo, nos vimos con Víctor y nos reímos, pero en ese momento, me cortó.
43. –¿Siempre fuiste de decirles las cosas a los entrenadores en la cara?
–Sí, no me gustaba guardarme nada, no lo sentía así. En una discusión, prefería no callar. Para mí, no existía callarme. Si vos te callás es porque no te importa, estás cuidando un lugar en vez de defender tus principios. Hay que tener valores.
44. –La última vez que te fuiste de River, en el 99, ¿fue porque te limpió Ramón Díaz?
–Eso de que me agarré a trompadas con Ramón es todo mentira. Con Ramón nunca me peleé ni discutí. Él tenía una forma especial de manejarse, a lo mejor en algún momento pensó que le queríamos hacer la cama, estaba Enzo, y viste cómo es el ego de los ídolos, ¿no? Cuando uno quiere ser más que otro, pasa por ahí. Ramón era muy amigo de algún periodista que aprovechaba para meter comentarios en mi contra en sus programas y la gente lo escuchaba, pero nunca discutí ni me peleé con Ramón. En el 99 ya se habían ido casi todos los referentes y cada problema que había en River era mi culpa, entonces le dije a Mario Israel que no quería saber más nada, surgió la chance del América de México y me fui. Ni siquiera salí para ganar más plata, estaba cansado.
45. –Pero a mediados del 97, Ramón ya te había sacado del equipo. ¿Cuál era el problema?
–Él dijo que me sacaba porque no tenía retroceso, y casi todo el periodismo decía que era el carrilero con mejor ida y vuelta del fútbol argentino. Pasó que perdimos dos partidos seguidos por goleada, contra Estudiantes y Colón, había que buscar a un culpable y la ligué yo, pero al poco tiempo volví en cancha de Racing con dos asistencias a Salas, ganamos 2-1 y nos encaminamos para el bicampeonato.
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46. –¿Puede ser que hayas quedado en el medio de una pelea de celos entre Ramón y Passarella?
–Puede ser, una cuestión de egos, celos, quizás. Con Ramón me entendí muy bien como compañero, para mí fue un monstruo como jugador, incluso me quiso llevar a Japón cuando yo estaba en Parma y no se pudo dar. Después, empezó una carrera de entrenador, había varios excompañeros en el plantel y no sé si empezó a desconfiar o qué.
47. –¿Pero cómo quedaste con Ramón? Si hoy te lo cruzás…
–Noooo, bien, es una persona a la que respeto y aprecio, está entre los grandes ídolos de River. Si hubo algún problema en su momento, lo tuvo él, y ya pasó. Hablé con Ramón un par de veces en estos años, le mandé saludos después de algún problema de salud que tuvo. Incluso con Emiliano, su hijo, intercambiamos mensajes. Emiliano me tenía como ídolo cuando era chico.
48. –¿Vos te sentís ídolo de River?
–Noooo, hoy parece que son todos ídolos y para mí la palabra ídolo abarca un montón de cosas. Son muy pocos los ídolos reales de River. Que te hayas destacado no quiere decir que seas ídolo. Me destaqué, he cumplido dentro de lo que me exigía la institución, porque no es fácil jugar en River, y creo haber estado a la altura.
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49. –¿Te quedaste con las ganas de un ciclo más en River, cuando volviste para jugar en Huracán?
–Tuve la posibilidad de volver en 2001, pero no quise, sentía que no estaba en condiciones físicas para ser el volante que habían visto por la banda y quería que la gente tuviera un buen recuerdo de mí, no que me putearan.
50. –¿Qué se siente jugar un Mundial?
–Lamentablemente, un par de meses antes del Mundial 98 me rompí el menisco en un choque con Lussenhoff, en un San Lorenzo-River que no jugábamos por nada. Me hice una artroscopia, y estuve al borde de quedar afuera por eso, pero metí triple turno con Bombicino, íbamos con Marcelo (Gallardo) a hacer la recuperación los dos. No llegué al cien por ciento de mis posibilidades para pelear por un lugar, pero jugué contra Croacia y pude entrar con Inglaterra.
51. –¿Cómo fue jugar contra Inglaterra en octavos de final?
–Y, mucha adrenalina. Entré por el Cholo, ni me acuerdo qué me dijo Passarella, pero entré bárbaro. Hubo una jugada de Ortega en el borde del área que me la quiso filtrar, quedaba mano a mano con el arquero, pero el pase pegó en el pie del defensor.
52. -¿Vos pediste patear un penal en la definición?
–No. Vino Passarella y dijo: “Patean Crespo, Gallardo, Ayala, Berti y Verón”. Listo, ¿qué le iba a decir? ¿Me duele el posterior? Noooo, agarré y dije: “Voy primero”. Daniel contestó: “Vayan como quieran, pero patean ustedes cinco”. Me sentía seguro, pero la caminata esa desde el mediocampo al área es terrible. Pensás que toda tu familia te está mirando, que todo el país te está mirando, que los ojos del mundo están puestos ahí. Cuando llegué al área, Seaman se había transformado en He Man (risas) y el arco se había reducido a uno de baby. Lo que sí: ya fui convencido a cruzar el remate abajo antes de la caminata.
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53. –¿Patear fuerte y al medio es “asegurar” el penal, como dicen muchos?
–Para asegurarla, primero tenés que embocarla en el arco y después que el arquero no te la agarre. Si tenés la precisión de patear de mitad del arco para arriba y contra el costado, es imposible que llegue el arquero. Pero no es fácil tener esa precisión. Después, hay jugadores que tienen la capacidad de mirar el arquero y decidir ahí, esperarlo hasta el final, como hacía Diego. Yo no podía hacer eso.
54. –En Huracán jugaste 10 partidos y metiste 4 goles, uno de ellos a San Lorenzo, y después se dijo que no habías querido enfrentar a River en las fechas finales.
–Eso no fue así, te cuento lo que pasó. Fuimos a jugar a la cancha de Belgrano una noche, viernes o sábado, y hacía un frío impresionante, y lloviznaba. Terminó el partido y creo que no llegué ni a entrar en calor, para que te des una idea del frío que hacía. Me agarré una bronquitis, no me la curé bien, y se me hizo crónica, no me recuperé más. Hasta hoy siento las secuelas. No estoy al extremo de usar respirador, pero si necesito el broncodilatador en situaciones puntuales.
55. –¿Qué te quedó de tu experiencia en el Al Ain?
–Estábamos con el Mono Claut y Emiliano Rey, pero duramos dos meses, un día vino el príncipe y nos echó a la mierda. Ese día había metido dos goles, y me habían regalado dos teléfonos nuevos de última generación, porque el premio era un teléfono por gol, acá no servían, usábamos el cospel todavía (risas). Estábamos en el vestuario y vino un pibe de 30 o 35 años, todos los jugadores hablando con él, se acercó a saludarme y yo lo saludé así nomás, con un hola qué tal. Era el príncipe, al otro día estábamos todos los argentinos echados.
56. –¿Qué te pasó en el Livingston FC de Escocia?
–Tuve un problema con un compañero en un amistoso de pretemporada y no llegué a debutar. Tuvimos una discusión, me empezó a putear y después me acusaron de haberlo escupido, cuando nada que ver, yo había salivado a un costado. Me rescindieron el contrato por ese motivo, les hice juicio, lo gané, cobró el abogado su primera cuota, y cuando estaba por hacerlo yo, el club entró en quiebra, ¡vos podés creer! Y encima, en ese ida y vuelta del juicio estuve parado tres o cuatro meses, ya tenía 33 años, a la Argentina no iba volver porque con la devaluación del 2002 ni te pagaban, y listo, decidí retirarme.
57. –¿Te costó el día después o lo llevaste bien?
–Se fue dando naturalmente, porque estaba con el juicio y no me entrenaba, y me terminé retirando. Además, justo había nacido mi último hijo, Giovanni, prematuro, y estuve 45 días yendo a la clínica, bastante ocupado.
58. –¿Sentís que siempre tuviste un carácter fastidioso, medio malhumorado?
–Sí, totalmente, eso lo asumo, fastidioso cuando las cosas no salen o por diferentes motivos. Creo que lo sigo manteniendo (risas).
59. –Eras bravo con los periodistas.
–Es que a mí no me gustaba. Abrías la puerta del auto, y se te tiraban todos encima para una nota, y ahí aparecía mi fastidio. Después, no me gustaba estar dando notas todos los días para decir lo mismo. Si hablás después del partido, ya está, ¿para qué repetir y repetir en la semana?
60. –¿Pero no fue demasiado tirarle un cajón de verduras a un periodista para que no se apoye en tu auto?
–Ja, ja, eso fue en Villa Martelli, estaban los autos y los periodistas se sentaban ahí, entonces salí con el cajón de manzanas y le dije a Sergio Rek, que era el que estaba apoyado en el mío: “Si estás cansado, sentate acá”. Se lo dije en serio, eh, después me mataba en la radio, obviamente. Ahora todo bien, me hablo con Sergio, buena gente.
61. –Contame alguna de Faustino Asprilla.
–El Tino es una gran persona. Yo lo ayudé mucho cuando estábamos en Parma, él recién se había separado, había fallecido su mamá, entonces lo invitaba a comer. Preparábamos carne al horno y al loco se ve que le gustaba y la pasaba bien. Se tomaba un par de cervezas, y cuando se iba me decía “¿a ver cuando me invitas de nuevo que me ha gustado esa carnecita, eh?”. También fui testigo del mal momento que le hicieron pasar al cruzar la frontera para Lugano, en Suiza, cuando decía que era colombiano, por el tema de la droga. Esos prejuicios que había, lamentablemente. Sigo teniendo trato con él, es una persona a la que quiero mucho.
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62. –¿Qué recordás de tu encuentro con Michael Schumacher?
–Fue en el último Gran Premio de Argentina. Nos estábamos por ir de gira con la selección, fui al autódromo con mi hijo a ver las pruebas de clasificación y Schumacher vino a entrenar con nosotros a Ezeiza y ahí le pedí la foto. Era malísimo como jugador, duro, un buen volante, digamos, ja, ja. Igual, mi ídolo automovilístico fue siempre Senna, me encantaba su estilo agresivo, era muy hincha de Senna. De hecho, recién después de la muerte de Senna vinieron los títulos de Schumacher.
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63. –¿Por quién hinchás hoy?
–Miro siempre la Fórmula 1, y no lo digo ahora sino desde que empezó, hay testigos: siempre me gustó Verstappen. Me gusta ese estilo del que arriesga, del que es agresivo.
64. –¿Qué cambios ves en el fútbol actual en relación al de tu época?
–Hoy los jugadores duran muy poco en Argentina por la necesidad que tienen los clubes, la situación del país hace que eso suceda. Ha cambiado muchísimo la preparación y eso permite que la vida útil del jugador se haya prolongado. El modelo del futbolista actual es Cristiano Ronaldo: un gran jugador que potencia todo a través de su profesionalismo.
65. –El mejor DT que tuviste y el peor.
–El mejor fue Passarella y el peor Alfredo Tena, en México. Passarella llegó a River con su mentalidad europea del pressing arriba, y además con un montón de cuestiones que tenían que ver con un profesionalismo que aquí no existía, modernizó todo eso. Tena elegía a los 11 y no había una preparación táctica ni nada, jugábamos a lo que salía.
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66. –El compañero con el que mejor te entendiste.
–Con Verón me entendía bien. En River, cuando Ariel pasó a jugar de enganche, lo mismo. Igual con Marcelo, con Juampi (Sorín) me entendí como con ningún otro por la banda. Al Negro Altamirano lo conocía de memoria: escuchaba el murmullo de la gente, y ya sabía que venía tocando pito como una locomotora por la banda. Y después, creo que les hice meter muchos goles a Crespo, Cruz y Salas, aporté mi granito de arena para que los vendieran en buenas cifras (risas).
67. –El mejor jugador con el que compartiste una cancha.
–Compartí con muchos buenos jugadores, como Enzo, Salas, Ariel, Faustino, pero creo que el que más me sorprendió, quizás también porque recién empezaba, fue Ramón, cuando vino en el 91. Tenía una capacidad goleadora y una calidad impresionantes.
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68. –¿Qué te generaba que durante mucho tiempo se hablara de “volante estilo Berti”?
–Mucho orgullo, ¡qué te parece! Hoy también dicen, cada tanto, que no se volvió a ver otro volante de mis características. Pasó mucho tiempo, no sé si fue tan así, pero es lindo que reconozcan que hiciste un buen trabajo y marcaste un estilo.
69. –¿Ves algún volante tipo Berti en la actualidad?
–No sé si Nico González, tiene un ritmo similar, tiene llegada y gol, pero no sé si es tan parecido. Me han comparado en su momento con Víctor Zapata, después con Nacho Fernández, con Paradela, no sé, cada uno tiene su estilo.
70. –¿Qué pensás del Riquelme dirigente?
–La verdad que cómo se maneja es un tema de él. Si yo fuera jugador y me hacen bajar del micro, no lo hubiera aceptado, pero eso va de acuerdo con el grupo que tiene y cómo lo maneja. Si tenés que decir algo, lo decís en el lugar donde lo tenés que decir. Nunca haría lo que no me gustaba que me hicieran como jugador. Ojo: opino de acuerdo con lo que leo, eh, tampoco estuve ahí para estar seguro de lo que pasó.
71. –¿Te gusta el VAR?
–No, porque no se aplica bien. El VAR debería usarse para ver si fue gol o no, offside o no, y nada más. Después, si me agarraste en el área en un centro y lo cobrás, y en la otra área no hacés lo mismo, no tiene sentido. El penal que le cobran a la selección contra Ecuador no tiene ningún sentido. Ese roce en la mano no generó ningún desvío, la pelota ya la tenía el arquero, el VAR no puede llamar por eso, es ridículo. Ahora, si la pelota tenía destino de gol y le pega en la mano, bueno, eso sí. Y lo otro que no sirve es que no se adiciona el tiempo que se pierde en el VAR. Uno de los cambios que le haría al reglamento es jugar con tiempo neto, como en el básquet. Y para el offside tomaría la punta del pie como medida, no el hombro ni el brazo, ¿qué ventaja sacás teniendo el hombro adelantado? ¿Te imaginás lo que hubiera sido el VAR con Castrilli? Seis penales por partido, ja, ja, y era el mejor árbitro que había, eh, por más que todos lo puteaban.
72. –¿Se te cruzó en algún momento por la cabeza que River podía descender?
–Nunca pensé que se podía ir, pero descender no es la muerte. Cometiste un error por malas administraciones y malas decisiones, pero volviste más grande que cuando te fuiste. No es que volviste y estás peleando, volviste y en 10 años ganaste lo que no ganó nadie.
73. –¿Mantenés contacto con Passarella?
–Hace varios años que no hablo. Lo he cruzado alguna vez, pero no soy de ponerme a llamar. Si tengo alguna consulta, agarro el teléfono, lo llamo y listo.
74. –¿Qué pensás de que no pueda pisar el Monumental?
–La mayoría que hoy va a la cancha no lo vio jugar, o no sabe quién fue. Yo creo que lo que fue Passarella como jugador, lo que representó para River y la selección, lo pone dentro de los más grandes futbolistas de la historia; después, sí tuvo un acto fallido como presidente, es otra cosa. A mí me da pena que no pueda ir al lugar donde dejó tanto. Creo que con los ídolos hay que separar lo que fue como jugador, eso no te lo quita nadie.
75. –¿Con Scaloni hay que quemar los libros?
–Demostró algo que pienso: no es imprescindible tener experiencia para dirigir. Más que la experiencia, lo que importa es la vivencia. Y los que están en el cuerpo técnico de la selección, todos tuvieron vivencias importancias: jugaron en la selección, jugaron en equipos grandes, estuvieron en Mundiales, desarrollaron sus carreras en Europa y fueron dirigidos por entrenadores importantes. Esas vivencias hoy la vuelcan a lo que hacen. Aparte, el fútbol se modernizó, necesitás de esos técnicos jóvenes, nuevos, con otras vivencias, y un esquema de colaboradores que antes no existía. La nueva generación con Diego Martínez, Eduardo Dominguez, ni hablar de Marcelo, el Mellizo (Barros Schelotto) también me parece un técnico fabuloso. Va por ese lado, me parece.
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76. –¿Somos candidatos a ganar el Mundial?
–La Argentina siempre es candidata. Scaloni le puso un manto de calma y me gusta su discurso de “vayamos tranquilos”. El sorteo nos deparó una linda llave para poder llegar a semis, me parece. Siempre te vas a enfrentar con equipos importantes, pero un Dinamarca en octavos es ganable y un Países Bajos en cuartos tampoco es el de antes. Creo que lo más complicado quedó del otro lado del cuadro, con Alemania, España y Francia.
77. –¿Cuáles son los puntos fuertes y débiles de esta selección, para vos?
–Me gusta la demostración de compromiso del entrenador, que haya traído jugadores que nadie pedía y que terminaron siendo fundamentales, como Dibu, el Cuti, De Paul o Nico González. Hizo una renovación que era necesaria y le devolvió la alegría a Messi, que es lo más importante. No veo puntos débiles, me gusta el equipo, me gusta verlo jugar. Cuando llegue el Mundial, obviamente habrá que tomar precauciones en la parte defensiva, no arriesgar demasiado, porque un gol te puede dejar afuera.
78. –Con la pelota en los pies, ¿Maradona o Messi?
–Diego era más vistoso, más talentoso, más elegante, y Messi es más vértigo, más desequilibrio en velocidad, más gol, mayor eficacia. Que Messi lleve 15 años siendo el mejor del mundo o el segundo mejor es algo tremendo. Además, fíjate que cuando Messi patea al arco, no te patea al cuerpo, siempre al costadito del palo.
79. –¿Cuántos hijos tenés?
–Cuatro. Nicola (27), Gianfranco (25), Valentino (22) y Giovanni (20). Todos son muy futboleros e hinchas de River, menos Valentino, al que le interesa la moda y no el fútbol. Van a la cancha a ver a River y a la selección y solemos ver los partidos juntos por la tele. Gianfranco jugó acá pero se cansó, tal vez si hubiese estado en Buenos Aires habría tenido otro tipo de oportunidades. Ninguno me salió zurdo.
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80. –¿Por qué todos nombres italianos?
–Porque el apellido da para eso. Al primero le puse Nicola, porque en esa época estaba Nicola Berti en Inter y me gustaba cómo quedaba la combinación, y a mi señora también le gustó. Del lado de ella, son italianos también, su apellido es Benvenutti.
81. –Te vi en alguna foto con todo el brazo tatuado, como si fueras un jugador de ahora. ¿Qué pasó?
–Hace 5 o 6 años, mis hijos empezaron con los tatuajes y me agarró un momento de locura y me hice yo un tatuaje religioso en todo el brazo, con la imagen de la virgen, la basílica de Itatí, un símbolo de San Benito, el rostro de Jesús. Antes tenía una brujita en el hombro que era un desastre, así que tapamos eso e hicimos uno más grande (risas).
82. –¿Sos muy religioso?
–Soy creyente no practicante. Creo que hay un dios, creo en la virgen, pero no soy de ir a misa. Cada tanto voy caminando con algún amigo a la virgen de San Nicolás, porque alguien hizo una promesa o hay que ir a agradecer, son unos 15 kilómetros. A mí me gusta ir a Itatí, en Corrientes, trato de ir todos los años, son unos 900 kilómetros. Vamos en auto, pasamos una mañana completa ahí, le agradezco a la virgen, rezo, hay un paseíto para comprar artículos religiosos para los amigos, y nos volvemos. Un día nos invitaron de la gobernación de Salta por un partido de la Copa Argentina. Fuimos con Leo (Astrada) y le propuse visitar a la virgen del cerro, y ahí estuvimos caminando por los senderos. Llegamos bastante agitados (risas).
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83. –¿Te imaginabas a Gallardo como entrenador cuando eras su compañero?
–Jamás en mi vida lo hubiese pensado. En el vestuario más o menos ves la vocación de cada uno, si te hablan de un partido, de la táctica, están en el detalle, y por lo general eso les ocurre más a los defensores centrales, a los mediocampistas o al arquero. Marcelo no era de estar comentando partidos. En las reuniones siempre decía algo. No era el que tomaba la voz, porque había gente más grande, pero tenía su carácter también, eh, por más que era de los más chicos no lo ibas a pasar por arriba, se hacía respetar, tenía personalidad. Pero la vocación de ser entrenador no se la veía, la verdad, cómo si la veía en Leo (Astrada), Hernán (Díaz) o en Berizzo.
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84. –¿Qué es lo que más te sorprende de Gallardo?
–La capacidad de renovar los equipos, de volver a armarlo manteniendo un estilo, más allá de los nombres. Sus 8 años en el fútbol argentino son más que los 25 de Ferguson en el Manchester, es una locura total. Después, me encanta su propuesta, de pensar siempre en el arco de enfrente y su inteligencia para plantear cada partido.
85. –Consiguió que River se ganara un respeto internacionalmente, algo que le costó a tu generación.
–River se hizo fuerte, tomó cierto nivel, y hoy los equipos de afuera le tienen mucho respeto. Eso termina siendo una ventaja, antes no era así. Es un plus que se lo ganó este River, lógicamente.
86. –¿Sentís que con Gallardo se revirtió esa paternidad que de algún modo tenía Boca sobre River en los superclásicos?
–Sí, sí, pero lo fundamental es lo que vos lográs al final, el título. Y en esa época, las vueltas olímpicas las dábamos casi siempre nosotros. Ahora, te digo otra cosa: fíjate que Marcelo, más allá de todo lo que había ganado antes de la final de Madrid, incluyendo las tres veces que había eliminado a Boca en los mano a mano, va y le toca ir a jugar el partido más importante de la historia. Y si perdía, todo lo que había hecho, no valía de nada, o iba a quedar minimizado. Pero fue y lo ratificó ganando “el” partido de la historia. Porque la final de Madrid fue “el” partido de la historia. Es cruel el fútbol, porque si a River le hubiera tocado perder esa final, pocos se iban a acordar de lo conseguido antes. Madrid lo terminó de catapultar a Marcelo a la cima, porque como él mismo dijo, después de esa final no hay nada más.
87. –¿Dónde viste esa final?
–Con mis hijos, en casa. Sufriendo, porque tenés más palpitaciones mirando un partido que corriendo. Al menos eso me pasa a mí. Te sale el jugador de adentro, las ganas de que las cosas salgan bien. Más en la final de la vida. Nicola y Gianfranco, los más grandes, que son bastante fanas, habían ido al Monumental las dos veces que se suspendió, sábado y domingo. Ya a Madrid no fueron y lo vimos en casa. Además, a veces la transmisión ahí viene con algún delay, entonces tenés que estar cerrando todo para no escuchar si alguno grita el gol. La verdad que lo sufrí más que cuando jugaba, porque en la cancha sabés lo que estás haciendo, pero desde afuera no podés hacer nada. Con los años tomé un cariño eterno a River, siempre agradecido por todo lo que viví y me dio.
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88. –¿Qué fuiste pensando durante el partido?
–Cuando lo echaron a Barrios, ya River iba a buscarlo con todo, vino el gol de Juanfer, las contras desperdiciadas y llegó esa volea de Jara, que si te empataban en el último minuto, con dos tipos menos y vas a los penales y los perdés, bueno, hubiera sido un desastre total. ¿Sabés lo que hubiera sido eso? Pero bueno, la historia dice otra cosa.
89. –¿Le escribiste a Gallardo?
–Seguramente le mandé una felicitación, cada tanto les mando algún mensaje a Marcelo, a Enzo también, cuando se alcanza un logro, me gusta hacerles saber que uno los apoya y está contento. Marcelo me responde con un “¿Qué hacés, loco? ¿Qué hacés loquito?”, siempre con buena onda. Es una persona cálida, le tengo un gran aprecio. La otra vez le mandé una foto del bautismo de su hijo Nahuel, mi señora lo tenía en brazos, nos reímos de lo viejo que estamos.
90. –En el debate de “qué preferís: descender o perder la final con eterno rival”, ¿con qué te quedás?
–Yo prefiero ganar la final, porque te queda para toda la vida. Descender de categoría te pasó, como les pasó a casi todos los grandes clubes del mundo, y volviste al otro año. Todos los clubes han jugado en segunda división en algún momento. Para mí, lo que más vale son los logros que alcanzás. Descendiste, perdiste la categoría, pero al otro año volviste con todo, y en 10 años ganaste lo que no ganó nadie, más de 15 títulos.
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91. –¿Qué es de tu vida, Bruja, a qué te dedicás?
–Vivo en Villa Constitución, mi ciudad, desde hace 20 años. O sea: desde que me retiré en 2002 me instalé acá. Estoy con un proyecto personal, viajaba mucho a Uruguay, pero se cortó con la pandemia y espero reactivar el tema ahora, ya sin restricciones. Vine acá porque tengo a mis viejos, a mis hermanas, a mis suegros, aunque soy consciente de que se me hace muy difícil estar en el medio del ruido a la distancia, por eso no sigo vinculado al fútbol.
92. –¿No hacés nada en el fútbol por decisión propia?
–Al principio quise incursionar en la intermediación, pero como siempre me calentaron mucho las injusticias, no era para mí. Además, hay un montón de gente que se metió y se complicó todo, y entonces si no estás ligado a alguien fuerte, que ya haya hecho una trayectoria en la representación o intermediación, se hace muy difícil meterte por más que tengas cierto nombre o conocimiento. Hice viajes, le dediqué tiempo, estuve en Europa, hice relaciones, pero cuando buscás al jugador, siempre en el medio pasa algo. No es sencillo.
93. –¿No pensaste en sumarte a River, donde hay varios ex compañeros como Gallardo, Enzo, Hernán Díaz o el Burrito?
–¿Pero para hacer qué? Ahí ya está todo armado hace varios años, vienen trabajando juntos y lo han hecho a la perfección. Con la dirigencia anterior nunca hablé, de la actual mantengo diálogo y buena onda con Patanian, el vicepresidente. Noto respeto y cariño de su parte, pero no se dio. Yo siempre estoy abierto a escuchar, si tuviera una posibilidad de hacer algo que me interesara o me hiciera sentir cómodo, claro, ¡cómo no me va a gustar volver a River! Sin ninguna duda.
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94. –¿No te da levantar el teléfono y llamar a Enzo, por ejemplo?
–No soy de esos que llaman para ofrecerse, a mí no me sale pedir favores, y más cuando uno ve desde afuera que está todo armado y funciona tan bien. Ahora, si mañana se va alguno o hay un cambio y me convocan para algo, claro que escucharía. Me encantaría estar en River, porque es un lugar al que quiero mucho y en el que la pasé muy bien.
95. –¿Te jode no estar en el fútbol?
–El hecho de no haber aprovechado el momento en que me retiré para involucrarme enseguida hizo que fuera desapareciendo, y hoy es difícil volver a meterse. Lo que hiciste como jugador ya lo hiciste, pero ahora es otra etapa. Si pudiera volver el tiempo atrás, hubiera intentado seguir ligado cuando volví de Escocia y me habría quedado en Buenos Aires, para no perder el hilo de lo que venía haciendo. Me arrepiento de haber perdido ese tren, de no haberme puesto enseguida a hacer algo para seguir en el fútbol, que en definitiva es lo que uno más o menos saber hacer.
96. –¿Ser director técnico nunca te interesó?
–No sé si estaba preparado para ser cabeza de grupo, pero sí me hubiera gustado ser ayudante de campo de alguien, colaborador de un cuerpo técnico, pero como te digo, no enganché al comienzo, me vine a vivir a Villa Constitución y todos se fueron armando sus grupos de trabajo. Hubiese estado genial ser ayudante de Bielsa, seguro que con él aprendés un montón. Otra función que me gusta es la de director deportivo, o la posibilidad de gerenciar un club.
97. –¿Vas a la cancha, ves fútbol por la tele?
–Me gusta mirar, y veo de todo: campeonato, Primera Nacional, Champions, Premier, de todo un poco. Miré mucho a Leeds de Bielsa, me gusta el estilo Guardiola, ahora el de Xavi, y donde hay argentinos me gusta que les vaya bien. Aunque tenga otro estilo, me pongo contento cuando le va bien al Cholo. A River lo veo, por supuesto.
98. –¿Programas deportivos?
–Programas no suelo mirar, por ahí de reojo si están viendo mis hijos. Me gusta Mariano Closs cuando relata, no se equivoca en los nombres, que es lo más importante, me gusta Diego (Latorre) comentando, también Miguel Simón, Pablo Giralt y Julián Bricco relatando y Juan Pablo Varsky y Gonzalo Bonadeo son de los más preparados.
El Insoportable.
99. –¿Seguís jugando al fútbol?
-Hace 15 años que no toco una pelota. No puedo, tengo las rodillas muy mal. Salgo a caminar, hago cosas sin impacto, sufrí mucho desgaste de mis articulaciones, me operé tres veces después de retirarme, dos en una rodilla y una en la otra, me hice limpiezas, pero ya casi no tengo articulaciones. Normalmente estaba caminando 10 kilómetros por día, pero correr no puedo ni 10 metros, porque el impacto me causa mucho dolor.
100. –¿Te acompleja haber subido tanto de peso?
–Me gustaría sentirme bien para lo que es la edad: jugar algún picadito con mis hijos, jugar al tenis, trotar, poder agacharme normalmente sin que me duelan las rodillas. Me ensanché, me agrandé, algo normal con los años, aunque habré subido unos 15 kilos en relación a cuando dejé de jugar. Debería estar 5 o 6 kilos arriba, no tanto. Por eso la gente que me vio jugar no me reconoce. Hace no mucho aparecí en redes sociales y la gente se re cagaba de risa de cómo estaba. No me pone mal eso, lo que me gustaría es sentirme bien para poder hacer las cosas que me gustan.
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Ficha técnica
- Nombre: Sergio Ángel Berti.
- Nacimiento: 17 de febrero de 1969 en Villa Constitución, Santa Fe.
- Edad: 53 años.
- Trayectoria: Club Atlético Empalme; Boca Juniors (1989); River Plate (1990-92); Parma, Italia (1992-93); River Plate (1993-95); Zaragoza, España (1995-96); River Plate (1996-99); América, México (1999-00); Al Ain, Emiratos Árabes Unidos (2000); Huracán (2001) Barcelona, Ecuador (2001); Livingston, Escocia (2002).
- Selección Nacional: jugó 23 partidos en los ciclos de Basile y Passarella. Disputó las Copas América de 1995 y 1997 y el Mundial de 1998 (pateó un penal en la definición contra Inglaterra, por octavos de final).
- Títulos (9): Supercopa 1989 (Boca); Apertura ‘91, ‘93, ‘94, ‘96, ‘97; Clausura ‘97; Supercopa ‘97 (todos ésos, en River), y Recopa de Europa (Parma).
- Gentileza La Nacion