Esta mañana revisando el Face, me encontre con una linda historia del tecnico de Basquet Oscar » Huevo » Sanchez y me decidi a escribirle para poder compartir esta historia, le solicite autorizacion para copiarla de su muro para publicarla en la pagina y no pasaron ni 5 minutos que recibi su respuesta y por eso le acerco lo que el habia escrito en su muro tal cual como el Mis obstáculos para llegar a construir el Huevo Center, una linda historia.
Mis obstáculos para llegar a construir el Huevo Center
Sin dudas no me resultó fácil construir el campo de juego en mi casa. Fueron varios los inconvenientes.
El primero, la quinta de Marisa. Ella la había ido realizando con mucho amor, plantando cada tomate y zapallito. Un encanto. Pero bueh!…
Luego, el hijo de puta del vecino, que me hizo la vida imposible de distintas maneras.
Yo, como todo padre que ama el básquetbol, comencé con un arito, humilde pero firme contra la pared medianera y(ver foto ).,obviamente, el piso de césped, luego veía que se hacía muy problemático para dribblear (especialmente a Marianito, quien vivía picando la pelota).
Entonces -dije-, vamos a poner un poco de cemento, o mejor que sea una franja, para que tuviera forma de mini trapecio. Hasta ahí, la llevaba bien…
Luego dije «ya que tenemos un piso de cemento, vamos a cambiar el tablero y aro». Ahí ya puse uno profesional. Después imaginé que los chicos necesitaban jugar a campo abierto y por lo tanto, debían tener dos aros. Fue así que de inmediato estaba colocado el otro cesto y todo comenzaba a tener un buen aspecto.
Una vez que teníamos el piso y dos aros, pensé en pintarla con un logo NBA que hice yo (ver foto), y que realmente me salió bárbaro.
Sin embargo, luego de un corto tiempito, empecé a pensar que la cancha debería estar ubicada a lo largo del terreno, en lugar de a lo ancho, porque quedaba muy corta.
Mi idea, ya que el terreno era de 10×30 metros, era hacerla mucho más extensa.
Entonces, los aros que ya habíamos puesto quedarían como auxiliares. Y había que comprar unas pipas profesionales y, además, hacer todo el piso de cemento para una superficie de unos 10×20 a 22 metros. ¡Iba a quedar espectacular!.
Pero claro, tenía un serio problema: LA QUINTA DE MARISA. Algo terrible si después de tanto amor dedicado a la siembra yo se la quería hacer mierda con ese piso de cemento divino que imaginaba…
Después de varias charlas poco amigables, pactamos al límite: 20 metros. Llegue a tal punto, y créame que casi desespero, que unos zapallos nacieron bajo el cesto. De verdad, ¡Casi desespero!
Llamé al albañil y comenzó el sueño de construir el «Huevo Center». En unos pocos días ya estaba todo alisado y esperábamos las pipas profesionales para colocarlas.
Una vez terminada, vino la idea de pintarla como los Spurs y luego se me ocurrió poner publicidad en las paredes, como «Carrefour», «TyC» y «ESPN». Quedó divina, con un acrílico de protección.
Era una hermosa cancha. Pero, ¿qué le faltaba para ser un verdadero playground? El alambrado romboidal alrededor, cerrándola toda. Créanme, quedó bellísima. Y yo, emocionado. Era como estar en Manhattan en «La Jaula».
Pero todo no terminó ahí. Como de noche no se podía jugar, le pusimos unas luces desde arriba del techo de la cocina increíbles. La fiesta era completa y los chicos míos y los del barrio estaban felices.
Recuerdo que establecí un horario de siesta, para comenzar a jugar a partir de las 15. ¡Y no paraban hasta las 12 de la noche!. Notable el amor por el juego de esos pibes de la calle Sagastizábal.
Todo era una fiesta, un chiche que teníamos. Hasta que se pudrió todo cuando apareció en escena EL VECINO. Quiero ser breve con él porque además no quiero recordarlo. Me hizo 9 (nueve) denuncias por ruidos molestos y me cansé de hablar con todos en la Municipalidad. ¡Hasta con el intendente!
Llegué a tener una franja de papel en el portón del «Huevo Center» que decía CLAUSURADO. Yo me quería matar. Y al viejo ese, asesinarlo. Por suerte duró poco la clausura, ya que moví un poco y tuve la suerte de que lo habilitaron. Argumentaban que no podía construir una cancha y hacer ruidos molestos por ser zona residencial. Cualquier pavada..
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Conclusión: el vecino se rindió, vendió su casa y no escuchó más contra su pared los golpes del balón.
Por último, les construí a los basureros su propio cesto. Era un show verlos desde la ventana de mi habitación como volcaban las bolsas de residuos. ¡Idolos totales!
Abrazo amigos. Espero no los haya aburrido con las peripecias que pasé para construir el «Huevo Center».