Cuando uno actúa en el momento y “en caliente” lo más probable es que se traicione a sí mismo y diga cosas que no hubiese querido decir, que comente bajo el efecto de la emoción y que no coincida lo que dice con lo que piensa o termine dejando de lado cosas que debía citar. Es por eso que al ver un par de fotos reconocí que era el momento de hablar del Somisa campeón del año pasado.
La primera mención debe ser para el sistema (conjunto de reglas, principios, cosas o elementos que se relacionan entre sí por semejanza u oposición y que contribuyen a conseguir determinado objetivo). Walter Natali, entrenador de este equipo, viene implementando esta noción desde largos años de trabajo en la primera división y coordinando inferiores lo que le traería acarreado, en algún momento, la consecución del objetivo tan ansiado. Ser campeón con el equipo que conduce. Buenas rachas, algunas difíciles de afrontar, zozobras, no saber si seguiría siendo el técnico por un rumor, etc. Ha pasado por casi todo y su perseverancia lo llevó a lograr lo que tanto ansiaba y su merecido título de campeón, premio justo a la seriedad, a la responsabilidad y al orden en el trabajo.
La segunda consideración tiene que ver con el justo acople que logró el cuerpo técnico entre jóvenes y experimentados para conseguir una trayectoria invicta durante la fase regular. Sin resultados rimbombantes, ni goleadas aplastantes pero con la regularidad positiva de avanzar fecha a fecha sin conocer la derrota y salir victorioso de cada contienda o con resultados que igualaban las cosas, inclusive “corriendo resultados desde atrás”. Mente ganadora.
Como tercer punto resaltar el afianzamiento de Ponte, la solidez de la “columna vertebral”, con cambios, pero siempre resistente. La fortaleza y robustez de Slavin acompañado por Malín. Cincos variados, desde la lucha y el orden de Lescano a la desestructuración creadora de Agüero. Un enganche de los que ya no quedan capaz de colar balones entre líneas, encontrar huecos entre varias piernas de defensores para filtrar pelotas y dejar delanteros de cara al gol, magia intacta con el paso del tiempo, elegancia, exquisitez. Frontini juega a un ritmo mental más acelerado que todos. Siempre está fresco en medio del “barullo”. Ilumina. Adelante, Huber que fue el goleador. Maggi que está siempre presente en los momentos difíciles y el retorno de Girsa que infló redes cuando el equipo necesitaba salir de asedios.
Cabe citar, además, en este equipo ganador, el descaro de Carranza, el corazón y el coraje del caudillo canterano “chacho” Ojeda, la confianza y el atrevimiento de Nicanor, el buen fútbol de los Tomasini y todo lo que entregan las jóvenes promesas para hacer funcionar el sistema.
Felicitaciones al campeón, entonces, porque el sistema funcionó, porque la máquina engranó poleas perfectamente y traccionó al título. Invicto.
Las fotos dieron a pensar en un Frontini líder, el rey que cambia los cuadrados del ajedrez para seguir desplegando su magia con suelo brillante y en Natali ajedrecista, así como es, pensando su mejor jugada cada instante, calculando, reflexionando, comandando y “dirigiendo” sus piezas a la victoria siempre.
Nota: Mauricio S