Con el José Natta como escenario propicio y así debía ser porque eso marcaba el reglamento, se disputó una nueva final de la Liga Nicoleña de Fútbol. No eran ganadores de dos torneos cortos ni había llegado a esta instancia por eliminación directa sino que habían desarrollado excelentes torneos y la conclusión del mismo los encontró empatados en puntos en la cima de la tabla y lo anterior los obligaba a disputar esta finalísima.
A otros les habrá interesado el resultado, las formaciones, los goleadores y los minutos en los que se convirtieron los tantos o si hubo expulsados etc. Yo por el contrario hoy fui a buscar el “folcklore” mismo de una gran final, de un partido decisivo, del encuentro de la gloria.
Me volví con el objetivo cumplido. Hubo color, hinchadas, cantos, gritos, bombos, banderas, aplausos, emociones, resultado cambiante, corazón en la boca, presión alta y palpitaciones notorias (así lo deben haber sentido las dos parcialidades), partido bien jugado con las particularidades de la circunstancia, jugadores “que dejaron todo”, técnicos reconocidos y que según demostraba el “tanteador” correspondía que estuvieran allí. Estaba todo dado y lo llevaron adelante de manera espléndida.
Hubo un ganador y un perdedor que a su vez también fue el ganador del torneo y el que venció al otro en la fase regular.
La finalísima lo tuvo todo. Absolutamente todo.
POR: MAURICIO SANTUCCI