Para los basquetbolistas, ser extranjero y jugar afuera no es tarea fácil. Los contratos están sujetos al rendimiento y un par de malos partidos pueden cambiar el rumbo. Sin embargo, Tyler Field, un verdadero obrero de este deporte, encontró en Argentina su lugar en el mundo para jugar al básquetbol. Pero no sólo eso: en 2003 conoció a su esposa Mariángeles, con la que tuvo tres hijos, y se nacionalizó en 2007. En el triunfo de Obras Basket sobre Lanús, este californiano (y argentino) de 35 años y 2,06 metros de altura alcanzó nada menos que los 500 partidos jugados en la Liga Nacional. Sólo Byron Wilson (579), Javier Martínez (527) y Joshua Pittman (519) habían arribado a ese número. “Estoy muy contento de poder haber seguido jugando en Primera tanto tiempo y en un alto nivel por muchos años y durante tantos partidos”, cuenta el pivote durante la distendida charla con Clarín.
-¿Te acordás el momento de tu llegada al país?
-Llegué a jugar a Belgrano de San Nicolás en octubre de 2001, en un momento difícil para todos (plena época del corralito financiero, apenas dos meses antes del fatídico 20 de diciembre). Me acuerdo que me dijeron que sólo podía sacar del banco 250 dólares por semana. Miré con cara rara y dije, “¿Dónde estoy? ¿Cuál es esa regla?”.
El país estuvo muy mal, pero la gente del club y de la ciudad tenía sonrisas en la cara. Eso me gustó mucho porque no siempre la vida viene fácil. A veces las cosas no salen como uno quiere y hay que afrontarlas igual.
-¿Recordás tu primer partido?
-Sí, fue justamente en Obras, de visitante, con Belgrano. Ganamos. Me acuerdo que estaba sentado y miraba la cancha de River. Me intentaban explicar lo que era Obras y River y no entendía nada (se ríe). Ahora hace años que vivo en Núñez y conozco bien la importancia de estos clubes.
-Más allá de liberar un cupo, ¿por qué te nacionalizaste?
-Para empezar una familia, era mejor tener más seguridad con el trabajo para poder tener los contratos por más tiempo. Siendo extranjero te pueden rajar en cualquier momento. Está bueno tener una estabilidad. En el momento que tomé la decisión, sentía el amor por el país y por las oportunidades y la familia que me dio. Hace 12 años que vivo acá y voy a cumplir 36. En este país disfruté un tercio de mi vida. Me siento un argentino más. Hay veces que hablo castellano en Estados Unidos y notan el tono argentino. Ya lo tengo incorporado en mi vida.
Sobre la chicharra, pide un deseo relacionado a sus hijos: Coral, nicoleña de 6 años; Royce, correntino de 3; y Levin, porteño de 3 meses. “Espero que mi hijo del medio se acuerde de cuando iba a la cancha a ver jugar a su papá. Mi hija se va a acordar porque tiene seis. Y sueño con terminar bien mi carrera y estar bien con mi familia para afrontar la próxima etapa de mi vida”, dice, dejando volar sus sentimientos.
Palabras como bondi , guita y rajar forman parte de su vocabulario. Tyler Field, estadounidense de nacimiento, pero más argentino que el dulce de leche.
Gentileza www.clarin.com.ar