Por la mañana del domingo cumpliendo con mi tarea me dirigí hasta el gimnasio del Club Regatas para cubrir un encuentro definitorio de básquet por la categoría sub 15 entre el local y Belgrano. En búsqueda de la objetividad requerida y para no mentirme debo confesar que no me interesaba el resultado de ninguna manera. Fui a ver jugar al cinco de cada uno de los equipos. Sí, para los resultados, las estadísticas, el tanteo y el paso a paso del partido estaba el designado oficialmente. Yo fui a ver a Víctor Fernández y a Santiago Lopez, fui a observar en vivo al corazón caliente de Belgrano y a las ideas frías del regatense, fui a ver a la furia roja que arremete y al que piensa un segundo más rápido, fui a ver a los que juegan con el alma entre las manos, a los que se les ha calcado el escudo en el pecho por todo lo que dejan en cada minuto, en cada cuarto y en cada juego.
No coincidieron hasta el tercer cuarto. En uno no jugó uno y en el otro no jugó el otro. El tercero los encontró entrando al cuadrilátero a disputarse cada bola mano a mano. A mirarse a los ojos cuando estaban frente a frente intentando adivinar cada gesto, cada ademán y cada movimiento que se expresaba en la cara. Antes de que empiece el cuarto veo lo que esperaba. El abrazo inicial entre los dos referentes que se reconocen, se respetan y hasta se aprecian. Santiago le clava un triple desde lejos a la marca de Víctor; éste, a la vuelta, se lleva a Santiago a la rastra y le emboca una bandeja que esquiva los manotazos que intentan frenar lo inevitable. Y se juegan la ropa y el corazón en cada cara a cara. Termina el cuarto y se chocan las palmas de las manos. Los dos se saben y se conocen. Santiago sabe que Víctor puede ganar un juego con el corazón, Víctor sabe que Santiago puede dar vuelta un partido con sus rápidas resoluciones. Fernández sabe, además, que Lopez es el corazón naranja. Lopez sabe que Fernández es veloz a la hora de definir qué hacer. Se ven reflejados en el otro a ellos mismos. El partido termina y se han goleado bastante. Goleador de Belgrano: Víctor Fernández, goleador de Regatas: Santiago Lopez. Se abrazan al final, uno llora y el otro lo consuela. En otras finales será al revés. Me voy satisfecho de haberlos visto. Sé que algún día vestirán la amarilla de la selección de San Nicolás. Allí podrá darse lo máximo, verlos jugar de uno y dos con la misma camiseta, pasarse la redonda y apuntarle al mismo aro. Gracias por sus desempeños en este mediodía a los dos. Me llevo lo mejor de cada uno que es lo mejor del otro. Los bases están. Son las dos caras de una misma moneda.